La decisión de llevar ortodoncia puede estar impulsada por dos motivos principales: estéticos, porque queremos tener unos dientes alineados y, con ellos, una sonrisa y una boca más bonita; o para solucionar problemas estructurales que pueden afectar a nuestra salud bucal como el bruxismo, mala mordida, apiñamiento, y sus consecuencias derivadas: aparición de caries, gingivitis, etc.
Pero, ¿cuándo es el mejor momento para empezar a utilizar un aparato dental? Lo ideal es que sea durante la infancia, una vez los niños hayan perdido todos los dientes de leche y ya tengan la dentición permanente. Es decir, más o menos, entre los 6 y los 12 años. Además, es durante estas edades cuando los huesos maxilares son más moldeables y, por tanto, será más fácil amoldarlos y evitar un crecimiento inadecuado.
La mejor opción de ortodoncia en estos casos son los brackets, pues requieren de unos cuidados y limpieza menor que la ortodoncia invisible, por ejemplo. Y, por norma general, durante estas edades muchos niños aún no tienen unas pautas de higiene bucodental bien definidas y marcadas. Además, este tipo de ortodoncia es fija, lo que impedirá que los niños puedan quitársela por ellos mismos, lo que reduciría su eficacia y aumentaría el tiempo del tratamiento.
A partir de los 16 años ya sí se recomienda el uso de alineadores invisibles, pues se entiende que los niños son más maduros y, por tanto, capaces de seguir las pautas de limpieza y cuidado de la ortodoncia cada vez que se la quiten y pongan para comer.
En cualquier caso, el dentista será el encargado de considerar, durante las revisiones periódicas, la necesidad de los niños de empezar a utilizar o no ortodoncia. Por eso, es muy importante que recuerdes llevar a tu hijo, al menos, una vez al año al dentista.
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